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miércoles, 18 de febrero de 2015

Leyes anti ultras en Europa______________________________

  • INGLATERRAEn Inglaterra la necesidad de modificar las leyes y regular el fenómeno Hooligan surge como reacción a tres incidentes. El primero de ellos en 1985, en el estadio del Bradford City -Valley Parade-, donde murieron 56 personas a raíz del incendio de una tribuna. Ese mismo año, en la final de la Liga de Campeones en Heysel entre Juventus y Liverpool fallecieron 32 italianos, cuatro belgas, dos franceses y un británico, dejando 600 heridos de toda índole. Con la correspondiente sanción por parte de la UEFA, que no permitió a los clubes ingleses disputar competiciones europeas en las consiguientes cinco temporadas. Y la tercera fue la tragedia de Hillsborough, en la que 96 personas perdieron la vida en 1989 aplastadas contra las vallas del estadio en un avalancha.El gobierno de Margaret Tatcher encargó el llamado Informe Taylor, que se ocupó de modernizar los estadios y perseguir a los violentos. Se obligó a los clubes a eliminar las gradas de pie y las vallas de seguridad alambradas, la prohibición de vender bebidas alcohólicas, la mejora de los accesos, la venta de abonos y la instalación de cámaras.En la actual Premier League, se siguen infiltrando agentes entre los hooligans para conocer cómo operan y se les prohíbe la entrada a eventos deportivos a todos aquellos con antecedentes penales, así como no salir del país a encuentros internacionales sin antes entregar el pasaporte autoridades.   
                             

  • ALEMANIA. Hay una máxima compartida entre los extranjeros que viven en el país: los alemanes cumplen las reglas en casi todos los casos, aunque no se planteen cederle el asiento a una persona mayor por voluntad propia; es decir, acatan las leyes, pero no van más allá. Y en ese sentido, en la Bundesliga hace tiempo que no hay problemas considerados graves con los hooligans dentro de los estadios porque se cumplen las normas. La legislación establece penas de entre tres y 10 años para los que incumplan las normas, así como multas económicas a los clubes. Se prohíbe entrar con barras, bengalas o pirotecnia a los estadios, saltar al campo de forma injustificada, portar banderas o símbolos no relacionados con el fútbol, exhibir proclamas racistas u homófonas... Y se vigilia al fan mediante un circuito cerrado de cámaras.
    Para perseguir a los ultras conflictivos, desde 1992, se creó un Centro de Información Deportiva que registra a los violentos y no les permite entrar en los estadios hasta que cumplan su condena -la anteriormente citada de tres a 10 años-. Y se clasifica a los aficionados en base a tres categorías que oscilan entre los más peligrosos y los que van a ver el fútbol sin causar problemas.


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